domingo, 13 de enero de 2013

Debemos evitar la fractura social


La forma en que ejerce el poder el gobierno genera preocupación.

    El sentido refundador que da a cada acto, un relato a medida, que evita asumir los muchos problemas pendientes a resolver, la omisión de lo positivo hecho por anteriores administraciones, el autoritarismo y desprecio con que evalúa la opinión que no coincide con la suya, el castigo que aplica a los propios que plantean una disidencia, va generando una dicotomía en la sociedad.

    Los buenos, los patriotas, los que defienden el país que obviamente son los partidarios obsecuentes del gobierno y los enemigos de la patria, la “corpo”  y  todos aquellos que planteamos una alternativa distinta.

    No hay un análisis objetivo de la realidad, solo amigos partidarios de la causa o enemigos a destruir con los elementos que puedan disponerse.

    Este esquema va profundizándose y va generando en la sociedad una división una antinomia  que en nada favorece a nuestro país y sus posibilidades de progreso, de desarrollo.

    Estamos reproduciendo situaciones de hace 50 años, que habían ido superándose con dificultades.

    La Argentina necesita  poner la energía primero en reconocer los problemas, luego en elaborar una propuesta para afrontarlos y resolverlos en un contexto internacional favorable creando un clima de unidad para enfrentar ese desafío que es posible, si no pensamos solo en el corto plazo.

    Por eso es grave la división que se fuerza desde la cúspide del  poder y genera reacciones, muchas indeseadas desde el punto de vista que también quieren la confrontación.

    Por supuesto que fue una táctica de este gobierno desde el inicio de su gestión la determinación de enemigo como herramienta política. Pero este mecanismo  se ha agudizado en la medida que la situación no es tan prospera y que las medidas que ha ido tomando últimamente han profundizado el estado de cosas.

    Nos referimos no solo al  no reconocimiento de los grandes temas de la inseguridad, la inflación, el INDEC, la pérdida de competitividad de la Argentina, la presión sobre la Justicia y a casos paradigmáticos como el Ciccone, que esconden preocupantes hechos de corrupción e impunidad sino también a la persecución de los ciudadanos en su libertad de movimiento y de expresión.

    La obsesión de imponer la re-reelección a través de una reforma constitucional rechazada por más del 80 % de la población , así  como al abuso de la cadena nacional y el uso persecutorio de la AFIP para amedrentar e intimidar a quienes planteen disonancias con el discurso oficial, el expresar la necesidad del miedo a la investidura presidencial como elemento en la forma de gestión de gobierno ,el cepo cambiario extremo, el cierre abrupto de importaciones necesarias en lo inmediato para el funcionamiento de la industria, sin un análisis racional de la medida , son algunos de los actos en el sentido mencionado.

    Y se agrega a esto confusas declaraciones de funcionarios que siembran un manto de dudas sobre la propiedad privada garantizada en la Constitución, en momentos de gran necesidad de inversiones productivas en muchas áreas claves de la Argentina.

     Ante este estado de situación se producen enormes y significativas movilizaciones espontaneas en distintos lugares de la geografía del país, en el sentido que no son motivadas por el pago de dinero, ni la financiación del transporte.

    Son motivadas por el descontento de grandes franjas de la sociedad que no concuerdan con la mayoría de las políticas del oficialismo, pero  no encuentran a su vez en la oposición un canal de representación.

   Esta brecha de división social mencionada al comienzo del articulo  puede ahondarse, en primer lugar por la errónea lectura que ha hecho el gobierno de la misma, sin un análisis objetivo  que evaluara el por qué se produjo, si hay medidas para cambiar,  etc.

    Por el contrario ridiculizó la misma, simplificó con frases peyorativos un hecho social importante, pero que es una forma de expresión genuina en una democracia, y  algunos funcionarios hablaron de continuar y profundizar la escalada confrontativa, lo que sería verdaderamente preocupante

    Por eso no debemos entrar en este planteo de blanco y negro.

    Los que tenemos una responsabilidad política no debemos trabajar  contra nadie sino a favor de una propuesta concreta superadora de la actual situación.

    Debemos evitar la fractura social porque eso lleva muchos años en ser reparado y es una traba grave, muy peligrosa e imprevisible en sus consecuencias para el desenvolvimiento de nuestras posibilidades como Nación, no solo en el presente sino en mayor medida en el futuro.

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